martes, 8 de octubre de 2013

La 'Moda' de Inyectarse Sustancias Dudosas Para Aumentar la Musculatura Cobra Víctimas en Cuba




Este reportaje es tomado de la prensa Cubana.



Nadie puede comprarlo en una tienda ni hacerse un tratamiento en los centros de salud pública, pero los jóvenes que frecuentan los gimnasios saben quién vende y aplica clandestinamente el "aceite de maní", como se llama en la Isla al synthol y a otros productos que aumentan el volumen muscular, reporta la agencia IPS.

La moda de inyectarse diferentes sustancias para tener una musculatura descomunal casi al instante se ha extendido en la Isla. Y ya tiene víctimas.

"La primera vez que usé (synthol) me dio fiebre, escalofríos y vómitos. No pude dormir esa noche. Al otro día el perímetro de mis brazos había crecido un centímetro", dijo a IPS el maestro Yosván Méndez, quien se inyectó aceite en forma intramuscular durante tres meses en 2011. "Nunca más vuelvo a hacerlo. Es un disparate", añadió.

Méndez perdió movilidad y fuerza mientras tuvo la sustancia encapsulada en las fibras musculares de sus brazos, pues el organismo demora en absorberla por completo. "Hice algo muy doloroso sin resultados. En cuanto dejé de ponérmelo, desaparecieron los enormes bíceps que había ganado", precisó.

Se considera un afortunado, porque no tuvo secuelas. Un joven habanero de 21 años, que prefirió permanecer en el anonimato, necesitó cuatro meses de tratamiento para su brazo derecho.

"Iba por el noveno frasco de aceite de maní cuando sentí molestias después de una inyección", recordó. El brazo se enrojeció y se hinchó, y por la piel brotaba grasa con fragmentos de tejido necrosado.

El joven es uno de tantos que ha terminado en salas de cirugía por abscesos, trombos, quistes y otros problemas causados por el uso excesivo de aceites de este tipo, productos falsificados, inyecciones mal colocadas o en condiciones no esterilizadas.

Se trata de compuestos de ácidos grasos y algunos pueden contener esteroides, hormonas y anestésicos. El más conocido es el synthol, creado en 1982 por el fisicoculturista alemán Chris Clark, sostiene un estudio que publicó este año un equipo del Hospital Pediátrico Universitario de Matanzas, en el oeste de Cuba.

El synthol, aprobado para uso externo por autoridades sanitarias de algunos países, contiene un 85 por ciento de ácidos grados y un 7,5 por ciento de alcohol bencílico.

Clark experimentó en su propio cuerpo con pequeñas dosis. Descubrió que podía corregir defectos de algunos músculos y estirar temporalmente la membrana que los recubre, con menos riesgos de abscesos que los aceites de soja o sésamo.

De boca en boca y por internet, esta práctica sin aval médico fue invadiendo el culturismo en Estados Unidos y Gran Bretaña, se expandió luego por el resto de Europa y llegó a América Latina.

En la Isla estos productos no se fabrican ni se venden en tiendas estatales, pero sí ingresan y circulan en el mercado negro.

Fuera de la prensa oficial

Activistas, personal médico y culturistas instan a divulgar este problema, muy poco abordado en la prensa local, controlada por el Estado.

"Hay que hablarle claro a la juventud", dijo el estudiante de Medicina Eduardo Zubizarreta. "Muchos lo usan cada vez más porque ven que a otros no les pasa nada". Pero "se deben explicar también los efectos a largo plazo", como la artrosis prematura, advirtió.

Los jóvenes y adolescentes que repletan los gimnasios son el blanco preferido de los vendedores de estas sustancias. Por eso, la mayoría de los propietarios de salones para ejercicios prohíben "aceitarse" y tratan de espantar a los distribuidores que merodean por allí.

"Solo sirve para untarse la piel", explicó Asuan Díaz, integrante de la Asociación Cubana de Fisicoculturismo. "Nuestra organización está en contra de inyectarse esas sustancias", aseguró Díaz, quien dirige desde 2001 un gimnasio en el municipio capitalino El Cerro.

Díaz da consejos a los jóvenes que llegan a su salón luciendo músculos gigantescos, a todas luces inflados con estas sustancias. "Tienen un pie en el hospital y otro en la tumba", les dice este veterano del culturismo, partidario de "hablar más sobre el asunto en la prensa y otros espacios".

Las consecuencias se agravan porque "abundan las adulteraciones con mezclas de aceite de soja", alertó.

La receta casera de synthol está a mano en internet y se distribuyen falsificaciones.

El producto original en envase de 100 mililitros puede costar entre 200 y 300 dólares en el mercado internacional. Según varias fuentes consultadas por IPS, en el mercado informal cubano la misma cantidad vale entre 12 y 20 CUC.

Por ignorancia o por no tener dinero suficiente, algunos jóvenes se inyectan otros aceites.

En Matanzas, dos adolescentes sufrieron entre 12 y 28 cirugías por aplicarse diariamente 10 mililitros (una jeringa completa) de aceite de soja en los brazos, según el estudio del Hospital Pediátrico Universitario de Matanzas.

FUENTE: http://www.diariodecuba.com/deportes/1381165236_5398.HTML

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